Como líderes y maestros de niños, una preocupación fundamental es garantizar su seguridad y bienestar, asegurándonos de que se sientan protegidos y confortables. La Biblia nos insta a cuidar con diligencia a las personas que Dios nos ha confiado, reconociendo que pertenecen a Él. Cuídenlas, como cuida el pastor a sus ovejas. Háganlo por el gusto de servir, que es lo que a Dios le agrada, y no por obligación ni para ganar dinero. 1 Pedro 5:2.
En consecuencia, recae sobre nosotros la responsabilidad y el privilegio de crear un entorno seguro y acogedor donde los niños puedan ser bendecidos al conocer a Jesús. En un contexto multicultural, consideremos los siguientes puntos:
- Revisión exhaustiva del entorno: Es fundamental familiarizarse minuciosamente con el área designada para el tiempo con los niños, ya sea un salón, el templo o un espacio en la terraza. Es crucial asegurarse de que no haya ningún riesgo de accidentes que pongan en peligro su salud. Si es necesario, es conveniente realizar limpieza, desinfección, reparaciones y cualquier otra medida preventiva con antelación para garantizar la seguridad completa del entorno. Este proceso debe llevarse a cabo de manera regular y no como una acción única durante un año.
- Apoyo visual impactante: La primera impresión es crucial, especialmente cuando se trata de los niños. Un entorno adornado con elementos visuales y una decoración temática los hará sentirse parte integral del lugar. Esto les permitirá identificarse con el ambiente y comprender que son esperados y bienvenidos en nuestra iglesia.
- Asegúrate de tener un equipo adecuado: Contar con suficiente personal para apoyarnos y supervisar a los niños es esencial, ya que hacer todo por nuestra cuenta puede resultar agotador. Para cada actividad, se requiere una cantidad considerable de energía, por lo tanto, delegar tareas y responsabilidades es una excelente idea. Puedes reclutar voluntarios, capacitarlos, establecer acuerdos, orar juntos, compartir tu visión y trabajar en equipo para alcanzar la meta deseada en el nombre de Jesús.
- Establecimiento de normas claras: Es esencial que todos los niños estén familiarizados y respeten las reglas. Al igual que en cualquier otro lugar, contar con un conjunto de normas es fundamental, aunque estas deben ser las justas y necesarias, evitando abrumar con un exceso de reglas. Además, es importante emplear un lenguaje positivo al comunicarlas. Por último, pero no menos importante, asegúrate de incluir la diversión como parte integral del proceso.
- Fomenta la confianza: Inspirados en la frase del versículo base de este escrito: “Cuídenlas, como cuida el pastor a sus ovejas”, debemos asegurarnos de brindar amor y priorizar siempre el bienestar de los niños. Nuestro objetivo es que anhelen pasar tiempo con Jesús bajo nuestra guía, convirtiéndonos en sus mentores. Esto se logra cuando confían en nosotros y perciben que al cuidarlos los hacemos sentir seguros y cómodos.
- Fomenta el trabajo en equipo: Como último punto, la seguridad y bienestar de los niños se logran al colaborar con otros líderes que comparten la responsabilidad de guiar su espiritualidad. Esto incluye principalmente a los padres, así como al pastor y la iglesia. Es crucial mantener una comunicación constante con ellos, informar sobre las actividades realizadas y hacerlos partícipes en todo momento. Al trabajar en equipo, podemos sentirnos seguros al saber que no estamos solos en el cuidado de las “ovejas” a nuestro cargo.
Además, es fundamental que busques recursos para mejorar continuamente, un documento valioso para este propósito es la “Póliza de protección para niños, jóvenes y trabajadores de la Iglesia de Dios de la Profecía” la cual puedes adaptar y contextualizar según el lugar donde te encuentres. Para concluir, permítele a Dios ser tu guía. A través de la oración, podemos compartir nuestras preocupaciones con Él, confiando en que será nuestro mayor protector. Continúa dedicándote con amor y pasión al cuidado de las “ovejitas” del Señor, pues todo esto le agrada a Dios.