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La fe de nuestros niños debe ser tal que cambien de adentro para afuera, no debido a un montón de reglas, sino porque desean hacerlo. Un ministerio de niños tiene que enseñar y modelar simultáneamente la vida como seguidores de Cristo, de acuerdo a lo descrito en Colosenses 2:6-7 “Por eso, de la manera que recibieron a Cristo Jesús como Señor, vivan ahora en él, arraigados y edificados en él, confirmados en la fe como se les enseñó, y llenos de gratitud”. La importancia de alcanzar y discipular los niños para Cristo no puede ser subestimada. Los niños son parte vibrante de la iglesia, tanto hoy como en el futuro. Necesitan conocer el Evangelio lo suficiente para que haga impacto en sus vidas personales y crecer en su vida espiritual. Nosotros queremos que los niños no solo aprendan y memoricen la Palabra de Dios, sino que también pongan ese conocimiento de la Palabra en práctica.  El ministerio de niños debe esforzarse cada día para vivir nuestro lema en palabras y acciones.

Proveemos consejos para enseñar a los niños a amar la palabra de Dios:

  1. Enseñar la Palabra: Los niños necesitan saber que Dios nos ha dado un libro lleno de sabiduría para que entiendan la vida, y que su mensaje es la inmutable verdad, que no encontrarán en ninguna otra parte. La televisión les muestra una vida que no tienen. Los juegos de vídeo vienen y van. Los que hacen anuncios comerciales solamente quieren sacarle dinero. Pero la palabra de Dios es la misma ayer, hoy, y para siempre. La manera de honrar el Salmo 119:11 es ayudar a los niños a guardar la palabra de Dios en su corazón, es tratar el asunto de la relevancia. La meta es que los niños salgan de la enseñanza y digan: ¡Qué bien! La Biblia es un libro lleno de sabiduría, yo no sabía que fue escrita hace tanto tiempo y que tuviera un mensaje tan preciso para hoy. La enseñanza relevante empieza con un aspecto sencillo que es importante controlar con regularidad: el lenguaje. De la selección de palabras, apropiadas según la edad, depende el éxito o el fracaso. Si los niños no entienden todo lo que le decimos, pierden la lección, sin esperanzas de aplicación a su vida.
  2. Practicar la Palabra: La meta cada vez que enseñamos la palabra de Dios, debe ser que se haga todo lo posible para cerciorarse de que los niños, no solamente escuchen la palabra, sino que la pongan en práctica. La biblia nos recuerda: Pero no es suficiente con sólo oír el mensaje de Dios. Hay que obedecerlo. Si sólo lo oyen, sin hacer lo que dice, se están engañando a sí mismos, Santiago 1:22. Debemos animar y desafiar a los niños a obedecer la palabra y aplicarla en su vida día a día, recuerde que el ejemplo arrastra, es muy importante que los niños, observen su ejemplo “practicando la palabra”.

Enseñar a los niños a través de una relación con Dios que es real, transparente, y profunda puede ser desafiante. Debemos hacerlo con el propósito que los niños crezcan y se conviertan en adultos que amen a Dios con toda su mente, corazón y fuerzas. Queremos que ellos amen y sirvan al Señor con alegría, no solo de palabra, sino en práctica diariamente en su vida.