En la misión – La nueva reforma

En lugar de ser modelo institucional, la iglesia debe cambiar su enfoque diario al discipulado misional.

Estamos al borde de una nueva reforma que reproduzca el fruto del ministerio de Jesús y refleje Su promesa, “Cosas mayores que estas ustedes hará porque yo voy al Padre” (Juan 14:12). Cuando estamos en la Vid, dijo Jesús, progresamos de ningún fruto a fruto, a más fruto, a mucho más fruto y al final, al fruto que permanece. Esta progresión sucede cuando aceptamos lo que Jesús logró en la cruz y también por la manera en que vivimos y hacemos discípulos. Jesús nos ordenó, “haced discípulos” (Mateo 28:19) —una misión que reclama el discipulado y lo coloca de regreso en las manos de gente ordinaria.

Esta reforma es el cierre de la brecha entre el clero y el laicado. Empodera a las personas a involucrarse en los negocios del Padre dentro de sus [respectivas] ocupaciones. La ocupación de un ministro pudiera envolver el liderazgo en la organización de la iglesia, pero su vocación es “[andar] como es digno del llamado” (Efesios 4:1). Cuando las iglesias equipan a sus miembros con los patrones y las prácticas de Jesús, la gente ordinaria es capaz de [hacer] cosas extraordinarias.

Para que la iglesia de hoy en día pueda experimentar la multiplicación que ocurrió en la iglesia primitiva, no necesitamos más edificios grandes con más capacidad para sentar gente; necesitamos la capacidad de enviar. Muchas de las iglesias operan con una mentalidad institucional que sirve a sus comunidades internas en lugar de aceptar el acercamiento misional que saca a la iglesia más allá de sus paredes. La primera reforma se enfoca en el interior, reformando la naturaleza eclesiástica de la iglesia. La reforma de hoy en día se enfoca en el exterior, enfatizando la misión por encima de la institución. Esto es un desafío para las iglesias ser la expresión externa de un reino interno, un “sacerdocio de creyentes” que vive en “justicia, paz y gozo en el Espíritu Santo” (Romanos 14:17).

El mundo no será transformado con edificios más grandes, pastores célebres, o la memorización de más [versículos de las] Escrituras —aunque esto tiene su valor. La verdadera transformación sucede cuando Dios da el incremento. Pablo nos recuerda, “Yo planté, Apolos regó; pero el crecimiento lo ha dado Dios. Así que ni el que planta es algo, ni el que riega, sino Dios, que da el crecimiento” (1 Corintios 3:6, 7). Las iglesias deben priorizar su alineamiento con la gran comisión, moviendo a los miembros de las bancas de la iglesia a las calles.

El aspecto misional de la evaluación de la Iglesia

En la evaluación de la salud de una congregación hay que tener como clave su vitalidad misional. Muchas de las iglesias cometen el error de medir su mentalidad misionera en base a cuánto dan a las misiones o a cuántos envían fuera del país. Una evaluación más precisa considera el estilo de la congregación, evaluando si la misión es una parte integral del diario vivir en lugar de ser un evento ocasional. Ser misional significa que cada creyente de Jesús vive la gran comisión “mientras va” (Mateo 28:19) haciendo discípulos en sus vidas regulares.

Jesús envió a Sus discípulos con la certeza, “yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo” (Mateo 28:20). También dijo, “Como me envió el Padre, así también yo os envío” (Juan 20:21). Los creyentes de hoy en día deben personificar esta orden, siendo la expresión visible de un reino invisible. Hacer discípulos debe ser el ADN de cada iglesia, lo cual es esencial para su vitalidad y crecimiento.

Un estilo de vida en las misiones

Una iglesia saludable y misional conecta a las personas con Dios, Su Palabra y Su pueblo. También equipa a los creyentes para que vivan conforme al estilo del gran mandamiento, que expresen amor a Dios y a los demás en formas que alcancen a los quebrantados, heridos y perdidos. Este estilo de vida se aviva por medio de encuentros diarios con Dios, Su Palabra y Su pueblo, manteniendo vivo el fuego de la reforma.

La salud bíblicamente espiritual comienza con la congregación que está centrada en Cristo y el evangelio, reflejando la imagen de Cristo en la vida privada, la familia y la corporativa. El tamaño no es necesariamente una medida de salud, sino que la vitalidad congregacional es evidente cuando la vida en Cristo es el estilo de vida en lugar de una actividad por compartimentos. La verdadera espiritualidad no se mide en base a la asistencia, dádiva o memorización, sino por el corazón transformado por Dios que produce fruto por la obediencia diaria.

Cambiando el enfoque de la institución a la misión

Las iglesias deben ir más allá de los valores institucionales, que a menudo priorizan la asistencia, los edificios y el dinero sobre la misión. Como señaló Jim Cymbala, “nuestro enfoque en el ABC” puede conducir a la autopreservación en lugar de avanzar la misión de la iglesia. En su lugar, los líderes deben evaluar a las congregaciones a través de la lente del Gran Mandamiento (“Amarás al Señor tu Dios…Amarás a tu prójimo como a ti mismo”, Mateo 22:37-40) y la gran comisión —“Id, y haced discípulos a todas las naciones”, Mateo 28:19.

Pablo instruye a los santos y los equipa para las obras de servicio (Efesios 4:11, 12) resaltando la importancia del rol que desempeña cada creyente en la iglesia. Una iglesia saludable empodera a todos los miembros para servir, y alberga una cultura en la que el discipulado es una responsabilidad de todos. David Ferguson define una iglesia saludable como una en la que los seguidores de Jesús, seguros de su identidad por su Amado, ministran primeramente al Señor y viven el estilo de vida que sigue la gran comisión empoderada por el amor al gran mandamiento.

Hacia adelante con una iglesia vibrante

Las iglesias estancadas deben redefinir o realinear su misión para poder progresar. Sin este cambio intencional, el decline, la decaída y muerte serán inevitables. Tener solo estrategias de crecimiento no es suficiente; las iglesias deben enfocarse en la salud, asegurándose de que cada programa e iniciativa se alinean con la misión de hacer discípulos que discipulen a otros.

La misión de cada iglesia local es cultivar un estilo de vida misional que impacte las vidas más allá de las paredes de la institución. Los líderes cuya mentalidad está en el reino priorizan el discipulado sobre los sistemas y las estructuras, viendo la iglesia a través del lente del reino, y no al revés. Una congregación espiritualmente saludable refleja a Cristo en todos los aspectos de la vida, pasando de un enfoque institucional a un estilo de vida misional. Este cambio asegura que las iglesias permanezcan relevantes y vibrantes para cumplir con su propósito en el siglo 21 y más allá.

El enfoque de la primera Reforma fue eclesiástico. Fue un cambio interno en la naturaleza eclesiástica de la iglesia. Se puede describir como Dios trabajando en las personas que componían la iglesia para que la Iglesia reflejara más la naturaleza y el carácter de la cabeza de la iglesia (Colosenses 1, Efesios 5). La iglesia necesitaba una reforma eclesiástica porque la gente de la iglesia necesitaba una reformación espiritual. Usted puede considerar esto como Dios operando en la iglesia con aquello relacionado a Su propósito para la iglesia. El impacto de la iglesia debe ser impulsado por una transformación intrínseca y personal, no por formas, sistemas y estructuras. Esta reformación cambió a la gente, y la iglesia fue reformada —se realineó con el propósito de Dios de hacer discípulos que discipulen a otros. La vida se encuentra en la gente, no en formas, rituales, sistemas, estructuras o edificios.

La reforma de hoy en día es misional en lugar de institucional o eclesiástica. Esta reformación no es interna, en el sentido de sistemas o estructuras. No se trata de la iglesia sino del mundo. Tome en cuenta cómo la iglesia se posiciona en el mundo para ser la expresión externa de un reino interno. El sacerdocio de los creyentes es impulsado por los principios de “justicia, paz y gozo en el Espíritu Santo” (Romanos 14:17) que transformará al mundo. Este mundo no será transformado con la construcción de edificios más grandes, la creación de más reglas, la memorización de más escrituras bíblicas, nombramiento de pastores célebres o el desarrollo de instituciones que se destacan académicamente. Aunque estas cosas sean necesarias y hasta buenas en cierta medida, se meten en medio de lo que Dios quiere hacer. Nos volvemos dependientes para hacer el bien cuando lo que necesitamos es a Dios. Pablo escribió que cuando dependemos de Dios, Dios da el crecimiento:

Yo planté, Apolos regó; pero el crecimiento lo ha dado Dios. Así que ni el que planta es al go, ni el que riega, sino Dios, que da el crecimiento. Y el que planta y el que riega son una misma cosa; aunque cada uno recibirá su recompensa conforme a su labor. Porque nosotros somos colaboradores de Dios, y vosotros sois labranza de Dios, edificio de Dios. (1 Corintios 3:6-9)

Esta nueva reforma tiene que ver con el mundo. Es un enfoque externo. Las iglesias que tienen ministerios de enfoque externo son las que están haciendo la diferencia. De lo contrario, ellas se estacan, decaen, declinan y al final, mueren. Este es el ciclo de vida de la iglesia que deja de ser misional. Nuestra tribu pudiera decir, “¡Necesitamos un avivamiento!” Eso pudiera ser bueno, pero más importante aún es la necesidad de nosotros alinearnos con el propósito principal de la iglesia —hacer discípulos. Es que no solo el altar altera nuestra vida. Los encuentros diarios con Dios, Su Hijo, Su Palabra y Su pueblo mantendrá ardiendo el fuego del avivamiento y moverá al pueblo de Dios de las bancas de la iglesia a las calles.

La clave es aceptar la misión de Jesús y Su manera de hacer las cosas. ¡Él es lo mejor que ha existido! Para que la iglesia de hoy en día viva la experiencia de la multiplicación mencionada anteriormente, no es necesario tener edificios más grandes con mayor capacidad de acomodar gente; necesitamos la capacidad de enviar. La mayoría de los pastores dirían que tienen una mentalidad misional cuando hablan de la iglesia. Si así fuera, ¿no estuviéramos multiplicándonos como sucedió en la iglesia del primer siglo, según lo registra el libro de los Hechos? Queremos creer que somos misionales, pero en la mayoría de los casos hemos desarrollado una mentalidad institucional que sirve a la comunidad de fe existente en lugar de mover a la iglesia fuera de sus paredes —santos circulando.

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Imagine: Institutional to Missional Church On-demand (GCN) | Relations

Obispo Scott Gillum | obispo estatal de Florida

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