Ser misional en la vida diaria

Ser misional: Personifique el amor y propósito de Cristo en su vida diaria, dondequiera que esté.

A todos me he hecho de todo, para que de todos modos salve a algunos». (1Corintios 9:22)

Somos salvos, fundamentalmente para invitar a otros a la misma experiencia gloriosa de salvación. De igual manera, somos llamados al discipulado para hacer que el ministerio de la reconciliación sea lo más pragmático posible. En retrospectiva, ser un cristiano trasciende la retórica vacía y contemplación en silencio; es entretejer la fe genuina en la estructura del diario vivir. Por esta razón, vivir “misionalmente” es categorizar el todo del hombre –de todas las personas– con la meta singular y principal de llevarlos unánimemente al único Camino, la exclusiva Verdad y, por excelencia, la Vida. No podemos darnos el lujo de dormir, estar inactivos y ser apáticos con este asunto crítico; esto solo llenaría al diablo de euforia y regocijo. En cambio, debemos tener la pasión y estar activamente compartiendo el amor transformador de Cristo doquiera vayamos y lo que sea que hagamos. Considere esto como un compromiso 24/7. Cuando el enemigo le dice que descanse y se retire, ¡recupere sus fuerzas! En lugar de rendirse y entristecerse, vuelva a inventar y reavivar su compromiso. La gran comisión –el sagrado [mandato de] “id, y haced discípulos a todas las naciones” que se encuentra en Mateo 28:18-20– no está reservado exclusivamente para los misioneros o algunos pocos selectos; esta comisión es, en sí misma, un llamado a la acción por uno y por todos, sin excepción.

Pablo dijo, “[Les he enseñado] públicamente y por las casas, testificando a judíos y a gentiles acerca del arrepentimiento para con Dios, y de la fe en nuestro Señor Jesucristo” (Hechos 20:20, 21).

Pablo, el venerado apóstol predicó el evangelio de arrepentimiento con Dios públicamente y de casa en casa, consistentemente. Lamentablemente, muchos predicadores han dejado de predicar [el mensaje de] arrepentimiento y están contentos con hacer a la gente feliz en lugar de salvas y santas. Nosotros somos embajadores de Jesús, ejemplos vivos de Su amor (2 Corintios 5:20). Esto significa que debemos alumbrar nuestra luz, así como lo instruyó el Señor. Y esa luz debe ser radiante, no solo con grandes gestos, sino en medio de los momentos mundanos. Además, el evangelio no debe estar confinado a la iglesia; debe salir a los lugares de trabajo, entrar a las escuelas y penetrar en nuestros vecindarios esencialmente, dondequiera que estemos. Nuestra esfera de influencia principal debe ser interpretada como nuestro campo misionero, y aquellos lugares más lejos de nosotros no se pueden descuidar. Allí donde no podamos tener acceso físico debido a la distancia, nuestros recursos pueden hacer maravillas y cerrar la brecha. Al igual que Pablo, debemos dar nuestro todo por las almas. Sorprendentemente, el apóstol estaba contento con esto: “Y yo con el mayor placer gastaré lo mío, y aun yo mismo me gastaré…” (2 Corintios 12:15). Incluso así debemos hacerlo nosotros.

“Ser misional” está lejos de ser excesivamente absorto con el pseudo proselitismo, coactivo y agresivo de otras fes [creencias]. Este estilo de vida prioriza la conversión genuina a Cristo; se enfoca en personificar las enseñanzas de Cristo como también amar a nuestro prójimo —“amarás a tu prójimo como a ti mismo”, como nos lo manda la Biblia (Mateo 22:39). Esta mentalidad se centra en convertirse en la clase de persona que hace que otros deseen conocer más de cerca al Rey de este reino celestial.

La pregunta principal que hay que responder es, ¿cómo podemos desarrollar este estilo de vida de una manera práctica y unánime? Pablo, que nos dio un ejemplo de este estilo de vida, utilizó un método multifacético, como el pastel que tiene más de una capa, para lograr tal éxito fenomenal:

  • Comparta su testimonio de conversión y revele su transformación personal; esto es una herramienta poderosa. Escuche intencionalmente a los demás, haga preguntas profundas y muestra empatía. La conexión puede conducir a un arrepentimiento genuino
  • Como cristianos, debemos interactuar con el mundo, al igual que Cristo, debemos ser sal y luz. Utilice la Biblia como su guía. Sirva de voluntario, ayude a sus vecinos y practique pequeños actos de bondad. Ore por otros y viva una vida de integridad; que sus acciones hablen más fuerte que sus palabras. Practique la hospitalidad segura y establezca conexiones.
  • Por último, involúcrese en su comunidad —asista a los eventos locales y sea parte de la estructura de su vecindario. Jesús dijo: «Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos» (Mateo 5:16).

EEste estilo de vida hace sombra de los grandes pronunciamientos o despliegues dramáticos; tiene que ver con la personificación del amor de Cristo en cada interacción. Esto es el ejemplo bíblico que deseamos ver en la iglesia y en el mundo fuera de ella. Esto es el compromiso de exaltar la Persona y el evangelio de Cristo perpetuamente. Vivir misionalmente es un llamado glorioso dado a cada seguidor de Cristo, no solo para algunos escogidos. Es permitir que nuestras vidas sean un testamento vivo del poder transformador del evangelio en una interacción a la vez. Es inundar la tierra con la gloria de Dios como las aguas cubren el mar.

Obispo Enis James Kolawole | Presbítero general de África

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