La reconciliación empoderada por el Espíritu Santo

Durante este verano hubo vidas transformadas mediante la adoración, testimonios y el poder del Espíritu Santo.

Durante el verano, tuve el privilegio de asistir y participar en el ministerio de varias convenciones y conferencias estatales, regionales, nacionales e internacionales. Por años, he tenido la oportunidad de ser parte de estas reuniones dado a que he servido en alguna capacidad en las oficinas internacionales. Esta es una experiencia que siempre bendice mi vida y trayectoria espiritual como parte de la familia de la Iglesia de Dios de la Profecía, porque somos informados de y celebramos la obra de Dios en nuestros medios. Sin embargo, durante este verano tuve la oportunidad de volverme a consagrar en la presencia y el poder del Espíritu Santo.

Uno de los elementos clave en cada una de estas reuniones fue el testimonio de aquellos que se reconciliaron con Cristo y fueron empoderados por la obra del Espíritu Santo. En cada sesión hubo ministración y se oraba por las personas; los que fueron para confraternizar o quizás como espectadores, fueron movidos de tal manera que entraron en un tiempo de búsqueda de renovación, refrigerio y experiencias espiritualmente vivificadoras. Nos regocijamos por aquellos que fueron salvos, santificados, llenos del Espíritu Santo, sanados milagrosamente y llamados al ministerio.

Aunque nos preparamos y esperamos este tipo de experiencias de conversiones en conferencias, campamentos, retiros, avivamientos y ministerios de alcance —diseñados para este tipo de respuesta evangelística—, no puedo recordar una «temporada de convenciones» en la que hayamos visto una “explosión espiritual” a tal extremo que la gente corra al altar para reconciliarse con Cristo.

La respuesta de muchos de los que vinieron a Cristo fue el resultado de la invitación a la presencia del Espíritu Santo por medio de la adoración. Aunque la mayoría de las sesiones de adoración eran variadas y tenían diferentes estilos de música —a menudo eran himnos muy conocidos y usados por los ministerios de las iglesias locales—, la intensidad de la adoración se convirtió en un conducto abierto para la obra empoderadora del Espíritu Santo que atrajo las almas a Cristo. En una de las convenciones, casi todas las invitaciones incluían una respuesta salvífica. Pudimos ser testigos del poder de Dios que habita en medio de la alabanza de Su pueblo (Salmo 22:3).

Otra herramienta poderosa que se utilizó en estos servicios fueron los testimonios. En cada sesión de las convenciones hubo testimonios llenos del Espíritu y dirigidos por el Espíritu que empoderó a los necesitados de salvación y de milagros, moviendo a muchos a comprometerse con Dios y a Su propósito y plan. Repetidamente, he recordado las palabras alentadoras que se encuentran en Apocalipsis 12:11, que indican que somos hechos vencedores “por medio de la sangre del Cordero y de la palabra de [nuestro] testimonio”.

[Por lo general,] las convenciones son conocidas por la predicación ungida de la Palabra de Dios. Durante esta temporada tuvimos una “explosión” de la presencia poderosa del Espíritu Santo operando y dando a conocer el poder y el propósito de Dios mediante la predicación de Su Palabra. Fuimos recordados que la Palabra de Dios “es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón” (Hebreos 4:12). Pude ver cuando el discurso anual de uno de los obispos estatales movió a más de la mitad de los asistentes al altar al principio del mensaje, que duró más de una hora. Allí permanecieron e incluso se movían según el obispo estatal se movía bajo unción. Vi a visitantes que se cuestionaban si pasaban a un altar para orar, buscando ayuda para aceptar a Cristo como Salvador. En otra convención, vi gente apartada [de los caminos de Dios] pasando a orar mientras se predicaba la Palabra.

No creo que ninguno de los milagros que vi y en los que participé activamente y también fui receptor de sus manifestaciones ocurrió por casualidad. Creo que en muchas de estas convenciones durante el verano, hubo una dinámica calculada de oración que cubrió cada oportunidad para que todos nos reconciliáramos con Cristo y nos convirtiéramos en agentes de reconciliación empoderados por el Espíritu Santo. Durante muchos años he comprendido que el verdadero trabajo del ministerio es la oración. Cada acción del ministerio que expresa un llamado al Evangelio debe ser precedido, habilitado y facilitado por la oración.

En Efesios 3:14-21, encontramos una oración para recibir el empoderamiento espiritual para vivir y cumplir el llamado a esta obra del Espíritu Santo en y a través de nosotros:

Por esta causa doblo mis rodillas ante el Padre de nuestro Señor Jesucristo, de quien toma nombre toda familia en los cielos y en la tierra, para que os dé, conforme a las riquezas de su gloria, el ser fortalecidos con poder en el hombre interior por su Espíritu; para que habite Cristo por la fe en vuestros corazones, a fin de que, arraigados y cimentados en amor, seáis plenamente capaces de comprender con todos los santos cuál sea la anchura, la longitud, la profundidad y la altura, y de conocer el amor de Cristo, que excede a todo conocimiento, para que seáis llenos de toda la plenitud de Dios. Y a Aquel que es poderoso para hacer todas las cosas mucho más abundantemente de lo que pedimos o entendemos, según el poder que actúa en nosotros, a él sea gloria en la iglesia en Cristo Jesús por todas las edades, por los siglos de los siglos. Amén.

Esta oración expresa el corazón de Dios por nosotros. Es una oración que nos anima a conocerle mejor. En esta oración, Dios nos da de Sus propios recursos, los cuales no tienen límite —“para que os dé, conforme a las riquezas de su gloria”— es una oración que nos lleva a conocer y comprender mejor el amor de Dios por el mundo y para ser llenos de Su plenitud. Es una oración que busca la abundancia de Su poder para que actúe plenamente en y a través de nosotros en nuestras relaciones cotidianas y ministerios.

En esta temporada de ministerio en la que estamos siendo llamados a unirnos a esta corriente de reconciliar al mundo con Cristo por medio del poder del Espíritu Santo, concédanme la oportunidad de la adoración, el testimonio, la Palabra y la experiencia de la oración de la cual soy testigo activo —esta es la obra de Su Espíritu. Nuestra oración es que usted sea bendecido y desafiado a través de las siguientes páginas que contienen noticias actualizadas y testimonios del movimiento alentador del evangelio de Cristo que marcha hacia adelante en todo el mundo.

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