El llamado profético para discipular a nuestros hijos

El discipulado de la familia conecta la misión de la iglesia con los padres, lo cual equipa a las familias para fomentar en los niños la fe que permanecerá a pesar de los desafíos culturales.

El llamado a discipular no comienza con la Gran Comisión que se encuentra en Mateo 28:19, 20, donde Jesús envía a sus discípulos a “ir, y hacer discípulos”. El mandato a discipular ha existido desde el comienzo de la creación. Los eruditos de la Biblia destacan que hay una conexión singular entre la Gran Comisión y el primer mandato, cuando Adán y Evan fueron ordenados a “ir, y multiplicarse” (Génesis 1:28).

Definitivamente, hay una relación entre el llamado de la iglesia para hacer discípulos y el llamado a las familias para producir y criar hijos que se conviertan en discípulos piadosos. Pedro hizo eco de este llamado cuando en la conclusión de su sermón en Hechos 2, dijo: “Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo. Porque para vosotros es la promesa, y para vuestros hijos, y para todos los que están lejos; para cuantos el Señor nuestro Dios llamare” (vv. 38, 39). ¡El pacto de esta promesa es para usted, sus hijos y todo el mundo!

Entonces, ¿qué tan importante es el discipulado de la familia? Según el razonamiento mencionado anteriormente, el énfasis principal de lo que la iglesia hace debe estar dirigido hacia esto. En cambio, nos enfocamos en tantas otras cosas dentro de la iglesia —como los grupos pequeños, los grupos en la comunidad, los cultos de los domingos, el ministerio de jóvenes, el ministerio de niños, el ministerio de adoración, y así sucesivamente. Aunque todos son importantes y están conectados entre sí, estamos pasando por alto lo que yo considero es el punto crítico para la iglesia de hoy: un llamado profético dirigido a los padres para que discipulen a sus hijos.

Todas las familias son diferentes —hay monoparentes, mixtas, grandes, pequeñas. De modo que, la manera de discipular a las familias varía de una a otra, y puede ser tan única como el ADN de cada hogar. El discipulado de la familia no sigue un modelo exclusivo que se adapta a todas las familias, ni tampoco es fácil; incluso, los padres más intencionales y centrados en el Evangelio a veces no saben cómo comenzar. La iglesia es responsable de ayudar a las familias cómo desarrollar el discipulado en sus hogares. “Las familias deben ser vistas como la expresión plena de la iglesia, pero no como sustitutos de la iglesia. Las congregaciones son responsables de ayudar a cada niño encontrar su lugar en el cuerpo de Cristo. Es (también) responsabilidad de la iglesia guiar a cada convertido, sin importar su edad, hacia un estilo de vida que sea conforme a las enseñanzas de Cristo”.[i]

El discipulado en una era de antagonismo[ii]

Es importante reconocer que en la era que vivimos hay desafíos únicos que nuestros niños enfrentan desde temprana edad. El ataque contra las enseñanzas de Jesús ha cambiado de tal manera que las creencias de nuestros niños están siendo atacadas a los que están entre las edades de 8 a 12, la etapa más crucial de su desarrollo moral.

Renew.org identifica cuatros fases en el desarrollo moral y discipulado de los niños.

De 0–7 años: Los niños aprenden mucho durante esta fase, “absorben” todo de sus padres y pueden asimilar grandes cantidades de información.

De 8–11 años: Se comienzan a desarrollar los valores morales y sistemas de creencias, convirtiéndose en el período máximo en el que los padres pueden ejercer influencia moral y espiritual. Sin embargo, el surgimiento de tres tendencias culturales presentan un desafío al rol que desempeñan los padres:

  1. Hay tantos padres y familias tan ocupados, que no les permite tener mucho tiempo para discipular la mente de sus hijos.
  2. En esta edad hay muchos niños sumergidos en la tecnología, como los celulares “smartphones”, que influyen más en sus creencias que sus propios padres.
  3. Muchas de las escuelas públicas han adoptado filosofías y prácticas, como el transgenerismo, que ejercen influencias contrarias a las Escrituras.

Desafortunadamente, el efecto de estas tendencias durante esta etapa de desarrollo en la niñez pudiera ser más profundo en los niños que en los padres. Sin embargo, este es el tiempo en el que la influencia de los padres ayuda a los niños a “desarrollar su fe y moralidad, y atesorar aquellas cosas que tienen sentido”.

De 12–15 años: Los niños comienzan a tomar decisiones para estar a la par con los de su grupo, y muchos son más influenciados por las opciones en el estilo de vida de sus amigos que las de sus familias.

De 15–25 años: Todavía los padres influyen sobre las decisiones de sus hijos, pero hay otros que también los influyen a medida que van tomando sus propias decisiones.[iii]

El discipulado de niños debe comenzar lo antes posible. De acuerdo al Grupo Barna, los estándares de la moralidad de los niños están básicamente establecidos para cuando tienen 9 años, sus creencias en Cristo se establecen a los 12 años y lo que vayan a creer espiritualmente por el resto de sus vidas a los 13 años. [iv]

Como líderes de la iglesia, enfrentaremos reto en el discipulado de los niños. Habrá un obstáculo significativo que hay que vencer —el tiempo. Haga una evaluación honesta de cuánto tiempo su iglesia dedica a ejercer una influencia directa sobre los niños. Sin importar cuánto tiempo pasen, no será suficiente en comparación a la cantidad de tiempo que los niños pasan con sus familias durante la semana.

Entonces tenemos que preguntarnos, ¿cómo ayudamos a las familias a discipular a sus hijos durante estas fases?

Ore y sea guiado por el Espíritu Santo.

Las estrategias tienen sus límites. Dado a que formamos una familia de fe, debemos estar de rodillas, orando constantemente por el discipulado de las familias en la iglesia y en el hogar. Debemos confiar en Dios para dirigir cada uno de nuestros pasos.

Guíe a los padres y tutores a vivir para Jesús.

La iglesia puede influenciar a los niños para Cristo, independientemente de sus padres. No obstante, ¿cuánto más grande podría ser el impacto que ejerzan los padres de familias sobre los niños si éstos crecen en amor y viviendo para Jesús? La influencia de mayor significado en la vida de un niño viene de sus padres y sus testimonios como cristianos. Antes de que los padres puedan guiar a sus hijos a seguir a Jesús, la iglesia debe guiar a los padres a Jesús.

Equipe a las familias como los principales hacedores de discípulos.

Los padres no solamente tienen la responsabilidad bíblica de ser los principales hacedores de discípulos en el hogar, también tienen la oportunidad más significativa para hacerlo, pues son los que ejercen mayor influencia sobre sus hijos.

Ayude a los padres a hablar sobre su fe.

Eche fuera el nerviosismo y miedo que haya entre las familias. Deseamos apoyar a los padres, equiparlos y capacitarlos para que sean los principales hacedores de discípulos en el hogar. Déjeles saber que no están solos. Ayude a los padres a ver que la fe es más que la participación en un servicio de adoración. Desde que nos levantamos por la mañana hasta que nos acostamos por la noche, nuestra devoción a Jesús influye en lo que creemos, lo que vivimos y cómo criamos a nuestros hijos.

En Deuteronomio 6, versículos 6-9, leemos que discipular a los niños implica más de lo que una iglesia puede ofrecer durante un culto entre semana o los domingos. Como iglesia, anime a los padres y tutores a aprovechar al máximo su vida cotidiana. Las conversaciones sobre la fe pueden tener lugar durante la cena. La oración, la lectura bíblica y las oportunidades de adoración pueden tener lugar antes de acostarse. Las historias de fe pueden compartirse mientras caminan o cuando van de ida y vuelta a la escuela. Los padres pueden involucrar a sus hijos haciéndoles preguntas y escuchando atentamente sus respuestas. Dado que los padres y otras personas influyentes pasan más tiempo con nuestros hijos, tienen muchas más oportunidades de ayudarles a conocer y aplicar la Biblia a sus vidas.

Todos queremos ser parte de iglesias donde los niños crezcan y se conviertan en jóvenes adultos que conozcan, amen y sirvan a Dios. Lamentablemente, todos estamos conscientes de la crisis a la que se enfrenta la iglesia porque hay jóvenes adultos que se van de la iglesia y abandonan la fe. Una de las mejores maneras de revertir esta tendencia es teniendo iglesias y familias que modelen la visión bíblica del discipulado.

En referencia a esto, podemos citar del libro Generation at Risk estas palabras que son bíblicamente precisas: «…el hogar cristiano es el círculo interior de la vida. Sin embargo, Dios nunca quiso que las familias cristianas fueran islas de espiritualidad. Hay un segundo círculo de influencia —la iglesia”.[v] La iglesia local debe ser ese segundo círculo que abarca, influencia y equipa a todas las familias para que éstas puedan discipular a sus hijos, valorando, e incluso, preparando a los niños para hacer las obras de servicio que cumplen con el propósito de Dios para sus vidas.

Sigamos ofreciendo herramientas, sugerencias e ideas para ayudar a los padres a pensar intencionalmente en el «cómo» del discipulado de la familia y permitir que Cristo fortalezca sus hogares.

[i] John Kie Vining, ed., Growing Pentecostal Kids: A Covenant to Nurture Our Children, 2ª ed. (Cleveland, TN: Pathway Press, 2003).

[ii] La información de esta sección fue tomada de Bobby Harrington, «The Present & Future State of Family Discipleship», Renew.org, https://renew.org/the-present-future-state-of-family-discipleship/.

[iii] Harrington, «The Present & Future State of Family Discipleship».

[iv] «La estudios investigativos reflejan que el proceso de madurez espiritual debe comenzar desde una edad temprana», Barna.com, 17 de noviembre de 2003, https://www.barna.com/research/research-shows-that-spiritual-maturity-process-should-start-at-a-young-age/.

[v] Fran Sciacca, Generation at Risk (Chicago, IL: Moody Publishers, 1991).

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