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Los niños son importantes para Dios, ¡y también para la iglesia! Las primeras palabras registradas dichas por Dios a Adán y Evan fueron de bendición, y esa bendición incluía a los niños. Desde las primeras narraciones de Génesis y a través de toda la Escritura encontramos valor en y promesas para los niños, entre ellas que, los niños son un regalo de Dios (Salmo 127:3), que Dios ordena los días de nuestros hijos (139:15, 16), que Dios ha determinado el propósito para la vida de los niños (Jeremías 1:5) y que a los niños se les deben enseñar Sus mandamientos (Deuteronomio 6:6, 7).

De acuerdo con los estudios realizados por el Instituto Barna, “casi la mitad de la gente que aceptó a Jesucristo como su Salvador lo hicieron antes de cumplir 13 años de edad (43%), y dos de cada tres cristianos nacidos de nuevo (64%) se comprometieron con Cristo antes de cumplir 18 años de edad” (Barna, 2004). Por lo tanto, podemos aceptar que el ministerio de los niños no sólo es valuable para la iglesia de hoy, sino también para la del futuro. Quienes sirven a los niños deben perseguir un ministerio eficaz.

En Segunda de Corintios encontramos unas palabras de precaución para los líderes cristianos: “no que seamos competentes por nosotros mismos para pensar algo como de nosotros mismos, sino que nuestra competencia proviene de Dios” (3:5). Como líderes en el ministerio no podemos depender solamente de nuestros talentos, personalidades, destrezas o competencia. De acuerdo a las Escrituras, el fundamento para un liderazgo ministerial eficaz no es el entrenamiento, la educación o el desarrollo de destrezas, sino en la fidelidad al servicio llamado por Dios (Juan 15:16), permaneciendo en una relación con Él (v. 4) y dependiendo del empoderamiento del Espíritu Santo (Hechos 2:17).

Como colaboradores de Dios (1 Corintios 3:9), Él nos ha escogido y llamado para unirnos a Su misión de alcanzar y servir a los niños. Segunda de Timoteo 2:15 nos anima, “Procura con diligencia presentarte a Dios aprobado, como obrero que no tiene de qué avergonzarse, que usa bien la palabra de verdad”.

Nuestro llamado a servir a los niños no es menor que otros. Debe ser uno que tomemos con seriedad y merece el mejor de nuestros esfuerzos. En nuestra fidelidad a Dios, nuestro caminar en nuestra relación con Él y dependencia del poder del Espíritu Santo encontramos maneras espirituales y prácticas para mejorar la eficacia de nuestro llamado al ministerio de niños.

Creciendo espiritualmente

Los líderes del ministerio de niños deben ser líderes espirituales. El liderazgo espiritual requiere gente llena del Espíritu. Debemos con regularidad sacar tiempo para buscar a Dios a través de las disciplinas espirituales. Estas disciplinas incluyen la lectura diaria de la Biblia, la memorización de las Escrituras, la oración diaria, el ayuno, la adoración personal y corporativa, el compañerismo y la confesión. Estas disciplinas permiten que el Espíritu Santo afirme y dirija nuestras vidas como creyentes y líderes cristianos.

Un crecimiento práctico

Además de los aspectos espirituales para desarrollar un líder, hay muchas maneras prácticas para darle crecimiento a sus habilidades y conocimiento del liderazgo.

Credenciales—El propósito de las credenciales ministeriales es para proveerle rendimiento de cuentas y autoridad a las personas que reconocen haber sido llamadas por Dios, validar ese llamado y desafiarlos a caminar en dignidad; permitirles que administren ciertos sacramentos de la iglesia —los que un ministro con credenciales puede administrar.

Ser acreditado por la denominación es un proceso de endorso que inicia con la iglesia local, y comienza con un tiempo de preparación y estudio como ministro laico. Si usted desea ser licenciado, discuta este deseo con su pastor.

Educación—Como líder, usted debe buscar el crecimiento en su búsqueda educacional. El Ministerio Internacional de Niños ofrece un programa de certificación en dos niveles: El primero comienza con un nivel básico competente en el ministerio de niños y que conduce al endorso, y el nivel dos que es un entrenamiento a nivel de liderazgo. Otras organizaciones ofrecen entrenamiento adicional y programas de certificado. Actualmente hay muchas universidades y seminarios que ofrecen programas de licenciatura y maestría en el ministerio de niños.

Medios, podcasts y seminarios web—Obtenga acceso a los videos en línea y podcasts relacionados al ministerio y liderazgo de niños. Se discuten muchos temas por estos canales de los medios y suelen ser gratuitos (o bajos en costos). Usted puede acceder al podcast gratuito del Ministerio Internacional de Niños, Desarrollando Líderes, Impactando Niños dondequiera que acceda a los podcasts. Para entrenamientos adicionales y seminarios web en archivos visite nuestro página web cogop.org/children.

Mentoreo—Busque alguna persona que actualmente esté liderando en el ministerio, y pídale guianza a medida que usted practica el ministerio. Si esa persona está dispuesta, pregúntele si puede ser su mentor. Durante un período acordado, quizás por un año, reúnase regularmente con su mentor, oren juntos y discutan sus áreas fuertes y débiles. Busque sabiduría para sus desafíos.

Red de contactos—Conéctese con otros líderes de ministerios de niños en su comunidad o iglesias vecinas.

Considere reunirse regularmente para discutir sus desafíos, compartir ideas, desarrollar estrategias y orar unos por otros.

Biblioteca personal de recursos—Comience su propia biblioteca de recursos para darle crecimiento a su conocimiento, entendimiento y destrezas. Esta biblioteca debe incluir libros y revistas para el ministerio de niños y recursos de otras categorías, como el liderazgo o la educación.

Servir—El hecho de que usted sienta el llamado al liderazgo no quiere decir que de inmediato lo pondrán en una posición de liderazgo. Póngase a la disposición de servir doquier haya una necesidad y hágalo con excelencia. A medida que es fiel con las cosas pequeñas, se presentarán oportunidades para expandir su ministerio e influencia.

Medios sociales—Conéctese con varios grupos y páginas de los medios sociales en los que pueda conectarse con otros líderes en el ministerio, acceder a recursos e intercambiar ideas.

Nuestros ministerios a los niños necesitan líderes eficaces, individuos que reconozcan y respondan al llamado de Dios. Conforme crezcamos en nuestras destrezas ministeriales, Él nos usará para Su gloria y Su propósito será establecido en la vida de los niños a quienes servimos. El liderazgo cristiano fluye de una dependencia y comunión profunda con Dios. Tanto la preparación espiritual como la práctica le capacitan para ministrar con mayor eficacia y dar más fruto.

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