Después de un poco mas de dos años de experimentar una pandemia, espero sentirme algo adaptada a esta nueva realidad. Sin embargo, como muchos de ustedes, comienzo y termino cada día con pensamientos de cómo COVID-19 continúa dando forma a mi vida y trabajo.
Una de las reflexiones que escribí por motivación personal y necesaria al principio de este proceso, fue está. Aún tengo mis notas: Mis sentimientos durante esta temporada se mezclan con paz y ansiedad, calma y confusión, concentración y distracción. Sé que Dios es todopoderoso, soberano y bueno. Sin embargo, Satanás intenta poner dudas en mi mente y corazón y empiezo a sobre analizar la situación y lo que está sucediendo a mi alrededor. Empiezo a preguntar: «¿Y si…?». Me sumerjo en mi trabajo, porque estar ocupado es terapéutico, o al menos mantiene a raya algunas de las dudas y preocupaciones. Y luego, empiezo a pensar: «¿Todo este trabajo es en vano?».
Esos pensamientos me llevaron a una pregunta más reciente sobre la que he estado reflexionando: ¿Para quién trabajo? En este caso, la respuesta de la iglesia es correcta: ¡Trabajo para Jesús! La primera parte de Colosenses 3:17 dice: «Y todo lo que hagas, de palabra o, de hecho, hazlo todo en el nombre del Señor Jesús». Entonces, ¿Cómo podemos usted y yo hacer todo en el nombre del Señor Jesús? Existen muchas formas, pero aquí hay tres por ahora:
- Estar agradecido: La segunda parte de Colosenses 3:17 dice: «…dando gracias a Dios Padre por medio de él». Al comienzo de lo que mi esposo y yo llamamos “todo este lío”, creamos un frasco de bendiciones y lo colocamos en la mesa de la cocina, junto con un bolígrafo y papel para notas. Cada vez que pasábamos por la cocina y pensábamos en una de las bendiciones de Dios, la anotábamos y la metíamos en el frasco. Luego compartíamos esa bendición y agradecíamos a Dios juntos, el tiempo a pasado y esto lo seguimos haciendo. Finalmente, he concluido que el agradecimiento es la memoria del corazón y, a decir verdad, mientras más agradecida soy, más bendecida estoy.
- Ama a los demás: En el capítulo 3 de Colosenses, Pablo escribe en el versículo 14, «Sobre todo, vestíos de amor, que es el vínculo perfecto de unidad». Esto es algo que ya deberíamos estar haciendo. Sin embargo, he descubierto que, durante este tiempo, muchas personas tienen menos paciencia que antes de la pandemia. Tráfico, comportamiento estresante y inadecuado. Todo esto y una lista de otras irritaciones me frustran más que antes de la pandemia. Pero Jesús dice que debo amar a los demás.
- Perseverar: Pablo escribe a otro grupo de creyentes y los anima a «no cansarse de hacer el bien, porque cosecharemos en el momento adecuado si no nos damos por vencidos» Gálatas 6:9. Justo cuando nos sentimos demasiado agobiados por el ministerio y nos preguntamos cuánto tiempo más podemos aguantar, Dios nos anima a perseverar con la promesa de una recompensa eterna.
Agradecimiento, amor y perseverancia: tres indicadores de que trabajamos para Jesús. Nos ayudan a darnos cuenta de que, en medio de un mundo tumultuoso e impredecible, primero somos trabajadores del Reino. ¿Y esos desafíos ministeriales? Nuestra máxima autoridad es Jesús. ¿Para quién trabajas? Espero que mi corazón, cabeza y manos indiquen que trabajo para Jesús. Mi oración es que pueda responder a esta pregunta con gozo y plenitud, y usted ¿Para quién trabaja?