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En junio tuve una experiencia que me llenó de alegría y acción de gracias. La primera noche del campamente donde estaba sirviendo como la evangelista, entré al templo donde había 109 niños de ocho, nueve y diez años adorando. No sólo estaban cantando canciones y moviéndose al ritmo de la música; sino que también estaban adorando con sus manos levantadas en alto y con voz fuerte. Y eso sólo fue la primera noche. Cada noche los campistas adoraron con entusiasmo; escucharon activamente la Palabra de Dios; recibieron humildemente ministración; y oraron apasionadamente por los demás. Dios honró su adoración.

Durante estos momentos de adoración los niños pasaron al altar con lágrimas de convicción en sus ojos; creyeron, y fueron salvos. Levantaban sus manos en fe, recibiendo el bautismo del Espíritu Santo. Oraron con valor por los niños a su alrededor hasta que también ellos rieron y hablaron en lenguas celestiales. Participaron reverentemente de la Santa Cena. Llenos del amor ágape, se paseaban por todo el templo experimentando la verdadera comunión cristiana los unos con otros. Y nuevamente, a medida que adoraban a Dios y mostraban su amor los unos por otros, la presencia de Dios llenaba el lugar.

Los niños necesitan de la adoración. A través de la adoración, las mentes de los niños se enfocan en Dios, pueden sentir Su presencia, y su voluntad se entrega a la Suya. A través de la adoración, los niños experimentan lo real que es Dios —Su cercanía, Su amor, Su consuelo, Su dirección y más. Ellos comprenden que Dios no es solo un personaje de la Biblia. Él es real. Él está cerca. Él responde a sus oraciones y a su adoración.

A través de la adoración los niños se preparan para hacer buenas obras ministeriales —obras de compasión, intercesión, testimonio y dádiva sacrificial. Una noche durante la hora de la adoración, a medida que la presencia de Dios se volvía una realidad en la vida de cada niño, una niña fue bautizada por el Espíritu Santo. Sin cesar su adoración, ella se acercó a su amiga discapacitada, la abrazó y oró por su sanidad. Su adoración sincera inspiró un momento de ministración llena de fe.

A través de la adoración los niños responden afirmativamente a Dios de por vida. Durante este campamento de niños, un miembro del personal me contó sobre una campaña para niños en la cual él participó cuando tenía 12 años. Se fue la energía durante la adoración en este avivamiento. El ministro les dijo a los niños que los cristianos de la iglesia primitiva adoraban a Jesús hasta en las cuevas. Esto inspiró a los niños a continuar adorando. En cuestión de minutos, los niños comenzaron a adorar a Dios y fueron bautizado por el Espíritu Santo. Este miembro del personal no sólo recibió el bautismo del Espíritu Santo, sino que también sintió el llamado al ministerio. Él aceptó el llamado y ha servido como pastor durante toda su vida adulta.

Durante la última semana que vivió Jesús sobre la tierra, Él se encontraba en el templo haciendo milagros. Los niños vieron las cosas maravillosas que Él hacía –sanando, perdonando– y comenzaron a dar gritos de alabanza. Los líderes religiosos malvados le preguntaron a Jesús: «¿Oyes lo que éstos dicen?» Jesús respondió: «Sí; ¿nunca leísteis: De la boca de los niños y de los que maman perfeccionaste la alabanza?» Mateo 21:16.

¿Escucha usted lo que dicen los niños? Sí. Incluso hoy día Dios requiere la alabanza de los labios y los corazones de nuestros niños para que Su reino sea establecido en sus vidas y en su mundo.

Kathy Por: Kathy Creasy

 

 

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